viernes, 14 de diciembre de 2007

Los niñ@s como espectadores.



Mi trayectoria dentro del teatro de títeres me ha proporcionado múltiples y óptimas ocasiones de observar las reacciones de los niños ante el desarrollo de los espectáculos.
El niñ@ es un espectador mucho más homogéneo que el adulto. Como la ideología no es innata sino adquirida, el niñ@ se muestra esencialmente bondadoso, naturalmente honesto y espontáneamente justiciero, aunque ingenuamente crédulo. Es el espectador ideal.
Sin embargo, los niñ@s no son tontos. Instintivamente saben cuando un espectáculo está bien trabajado y en caso contrario lo dicen con total sinceridad.
La experiencia me ha demostrado que cuando un espectáculo está "redondo", estos pequeños espectadores lo contemplan en absoluta inmovilidad. La abstracción entre lo que ven y oyen los inmovilizan, aproximándolos al hecho dramático con todos sus sentidos y, para no perder detalle de cuanto se presenta ante all@s, concentran de tal modo su atención, que llegan a olvidar que están sentados en una butaca e incluso a reclamar silencio en la sala.
Y si el espectáculo les permite participar, en las escenas del "climax" llegan a hablar con los protagonistas, los previenen de los peligros que les acechan y por fin, el desenlace se produce gracias a su intervención.
¡Son sencillamente geniales!

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