skip to main |
skip to sidebar
Cuando asistí a mi primera clase de narración oral, no imaginé cuánto me iba a fascinar.
Para cada sesión debíamos preparar un cuento para contarlo ante el grupo. De esta manera, íbamos aprendiendo cómo se transforma un narrador o narradora, a detener la mirada en cada uno, a señalar con las manos distancias y formas, a utilizar la palabra, su tonalidad, su ritmo, para crear ambientes e implicar a los oyentes y hacerles cómplices de algún personaje.
Cuando alguien pronunciaba palabras como "hace mucho tiempo", nos desvinculábamos del tiempo, para vivir otro tiempo, otra realidad, otra dimensión: la de la imaginación y la palabra.
A todo ésto, le puse algo de mi propia cosecha, un poco de sentido del humor y ¡zas!
Comencé a estudiar narración oral escénica, ya que me parecía que era una técnica que me podía ayudar en mi trabajo con los títeres. Pero la oralidad también tiene su encanto y me cautivó.
Un buen día, me ofrecieron trabajar en el Centro Cívico La Vaguada en Madrid para contar cuentos a los niños, cuentos a los que fui incorporando marionetas de hilo. El debut fue en Campo Real y por fin el estreno como espectáculo de marionetas en Titirilandia/2000, con "El último dragón".
Es verano. La biblioplaya está justo en el paseo marítimo de la playa de Arinaga.
Alguien puede preguntarse: "¿Asistirá el público?, o bien "¿prestarán atención?
Y como una imagen vale más que mil palabras, valga ésta como muestra.
La pasta de madera, ahora que estamos en verano, se seca rápidamente, en unos dos o tres días. El siguiente paso, una vez se ha secado la cabeza, es reparar las grietas. La pasta de madera tiene muchas virtudes, por ejemplo que es muy ligera, pero al secarse suelen aparecer grietas.
Para ello, se prepara un poco de pasta fresca, se pone un poco de cola blanca en la grieta y se rellena, igual que la madera.
Esta es Tina, una de las protagonistas de "Nicolás y su amiga de la ciudad". Ya está reparada y lista para el lijado.
El pasado 1 de julio comenzó la Biblioplaya titiritera, organizado por la concejalía de cultura del ayuntamiento de Agüimes.
Cuentos con Encanto pondrá en escena "Caperucita y Paco Lobo" el viernes 27 a las 18h.
Es una iniciativa muy interesante ya que en Canarias la playa tira, y mucho. Este municipio lleva la cultura allí donde se encuentra la gente. Ya saben el dicho de: si Mahoma no va a la montaña...
En esta ocasión, compartiremos cartel con varias compañías canarias como Hooka, Barullo y Marimba Marionetas que nos visitará en breve.
Los personajes de "Nicolás y su prima de la ciudad" serán títeres de guante. Existen numerosas formas para fabricarlos. Yo los hago con pasta de madera.
-Materiales:
-Pasta de madera (en polvo).
-Agua.
-Cola blanca.
-Cartón.
-Cola de contacto.
-Bola de corcho blanco.
Primero preparo la bola de corcho, a la que le pego un cilindro de cartón, (con la forma y el tamaño del dedo que se utilizará para manipular la cabeza del títere, uniendo los laterales con cola de contacto) con cola blanca. Recomiendo no utilizar la cola de contacto directamente con el corcho, porque se lo come, literalmente.
Luego preparo los ojos que va a llevar el personaje y a continuación la pasta.
-Preparación de la pasta:
100 gr. de pasta de madera, agua y 1 cucharada sopera de cola blanca. (aproximadamente).
Cuando ya tengo la masa lista para modelar, le pongo cola blanca a la bola de corcho, y ¡a modelar!
El trabajo en el que ahora estoy embarcada se titula "Nicolás y su amiga de la ciudad", y está basado en dos conocidas fábulas del no menos conocido Esopo. La primera: "El ratón campestre y el cortesano". La segunda y más de mi gusto: "El león y el ratón".
El resultado, una obra divertida, con mucha participación, en donde el protagonista (un ratón de campo entrañable y solidario) sabrá ganarse el corazón de los espectadores.
El guión ya esta preparado y los personajes cansados ya de tanta espera, saltan del papel (a base de pasta y espátula) a mi mesa de trabajo en el taller.
Muchas compañías de títeres o marionetas combinan las representaciones de sus obras con la realización de talleres.
Mi caso no es muy diferente, aunque para hablar de este taller en concreto, tendré que remontarme al año 1992. Fue en Teror (que no es terror), un pueblo de la isla de Gran Canaria cuya fiesta mayor es en honor a nuestra patrona: la virgen del Pino.
Elaboré los papagüevos (así es como llamamos en Canarias a los gigantes o cabezudos) con goma-espuma y me inspiré en dinosaurios y otros reptiles de gran tamaño y a el resultado les llamé Los Pinosaurios.
El taller culminó en un espectacular pasacalles por las principales vías de la villa con fuegos artificiales y mucha música.
Normalmente cuando termino una función, el público se acerca para ver las marionetas. Tanto niños como adultos, quedan encantados con el hada Fada, el duende Beleño o el pequeño dragón azul. Pero el caso que ahora mismo les cuento es de lo más sorprendente.
En febrero de 2006, participé en el VII Salón del Libro Infantil y Juvenil de Pontevedra y fue allí donde una de las organizadoras se enamoró del malo del cuento, el ogro Petitsuit.
Fue un auténtico flechazo, así son las cosas del amor.
Se acabaron las vacaciones. Estuve en Grecia y cuando paseaba con unos amigos por el barrio antiguo de la isla de Rodas, con una bolsa llena de marionetas de sombras en la mano, me encontré con un cuadro en donde se podían ver a los mismos personajes que yo acababa de descubrir en una tienda para turistas.
Las marionetas son muy bonitas, están elaboradas con piel traslúcida de animal, pintadas con vivos colores.
¡Y es que lo mío es grave! Hasta paseando me persiguen las marionetas. Y si no me creen, vean, vean...